Resumen prólogo del Quijote

Yo quería que mi obra fuera la mejor que se pudiera imaginar, pero cada cosa engendra algo semejante a ella y no he podido evitar crear algo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios. ¿Qué más puedo crear dentro de una cárcel llena de incomodidades, sin sosiego y sin un lugar apacible donde hasta los malos escritores pueden hacer buenas obras?

 

    Los padres nunca ven los defectos de sus hijos, pero yo no soy padre de Don Quijote, sino padrastro. Por ello no quiero suplicarte que disimules sus fallos sino que tienes libertad de dar tu opinión sobre el, sea la que sea.

 

   Quisiera haber hecho esta obra sin prólogo, ya que esta es la parte que más trabajo me está costando realizar. Muchas veces comencé a escribirlo y muchas veces lo abandoné. Hasta que llegó un buen amigo al que le conté mi problema, que no quería escribir un prólogo ni publicar las aventuras de Don Quijote.

 

   No quería publicarlas por temor a lo que diría el antiguo legislador, tras tanto tiempo sin oír de mí, al ver mi leyenda seca, ajena de invención, menguada de estilo, pobre de conceptos y falta de toda erudición y doctrina. Mi obra corta con la tradición de incluir citas de personajes celebres como muestra de cultura y también con la de tener un prologo firmado por un autor famoso.

    

  El amigo le contestó que no se había dado cuenta hasta ese momento de que no era discreto ni prudente y que el le ayudaría a remediar todos los fallos que el decía ser incapaz de eliminar.

 

  ¿De qué modo lo haréis? Contesté yo.

  El me contestó: el prólogo lo puedes hacer tu mismo y firmarlo con el nombre de otro escritor famoso. Puedes  poner algunas frases que sepas de memoria en latín y al margen citar a su autor. Con esto pensaran que posees mucha cultura.

 

  En cuanto a las citas al final del libro se refiere, le aconseja que si en su historia aparece algún gigante lo llame Goliat y explique su procedencia, que llame a un río Tajo y que explique su historia, y así con algunos personajes más. Finalmente le dice que el mismo hará este trabajo.

 

  También le aconseja que copie de otro libro el conjunto de autores que este lleve y que incluso habrá gente que crea que esto es cierto.

 

  Finalmente le dice que, en realidad, a este libro no le hace falta nada de lo que el dice, ya que es una crítica a las novelas de caballerías y todo esto no es necesario. Lo único imprescindible es que la gente lo entienda y que se vea influida por el.

 

  En silencio escuché lo que mi amigo me decía y tomé todos los consejos por buenos, lo que me llevó a escribir este prólogo.

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